La llegada de la denominada movilidad sostenible o el transporte verde es ya una realidad no sólo asentada en la vida de la ciudad, sino que presenta un crecimiento sostenido e imparable. Al menos debe haberlo si se quiere continuar en la senda de la reducción de emisiones contaminantes para beneficio del planeta y sus habitantes.
Porque el reto de las Cero Emisiones sigue siendo la meta para el transporte de personas y mercancías, de manera que este sector estratégico para la economía se convierta en contribuyente neto dentro del cómputo total. Hablamos de reducir en 2030 un 23% la generación de Gases de Efecto Invernadero (GEI) con respecto a las cifras de 1990. Y la tecnología se ha puesto del lado de este objetivo, con la llegada del vehículo eléctrico, patinetes y bicicletas que hacen uso de baterías recargables de litio como fuente principal de generación de la energía necesaria.
La revolución tecnológica y social viene de la mano de nuevas fórmulas de movilidad o micromovilidad compartida, como los denominados carsharing, motosharing o bikesharing, centrados principalmente en el uso compartido de vehículos para el tránsito urbano, principalmente en los cascos históricos. Para viajes interurbanos, el uso de coche compartido a través de distintas aplicaciones móviles se ha instaurado como opción preferente e incluso como solución para determinadas zonas geográficas con distintos problemas de acceso al transporte público.
Esta tendencia creciente tiene nombre: Mobility as a Service (MaaS), un concepto novedoso pero ya existente décadas atrás en una España en la que no todo el mundo disponía de vehículo propio para desplazarse. Ahora las necesidades son distintas: una mayor concienciación de cara al consumo y las emisiones de cada vehículo, unida a una generación de jóvenes (y no tan jóvenes) que han hecho de las app móviles su medio de consumo… el resultado es un modelo de negocio que se sigue expandiendo a otro tipo de vehículos sostenibles en el que se puede buscar, reservar y pagar a través del propio dispositivo en función de las necesidades que se tengan.
El Internet de las Cosas y la movilidad sostenible
La irrupción del fenómeno del Internet de las Cosas (IoT) y sus distintas aplicaciones en la vida diaria de las personas también se ha ampliado (y seguirá creciendo) al campo de la movilidad. Hablamos de la tecnología aplicada a la vida del usuario, que puede organizarse y planificar con antelación sus viajes.
Los viajeros del transporte público tienen ya a mano la posibilidad de búsqueda de información a través de sus dispositivos móviles, así como pagar, planificar sus rutas o acceder a más información a través de códigos QR…
Pero también hablamos de una tecnología que, de la mano del 5G, permite la interconexión de vehículos y aplicaciones que nos facilitan la búsqueda de aparcamiento, uno de los principales quebraderos de cabeza para los conductores hoy día.
El incremento de las compras on line, que se mantiene desde la época de pandemia, ha propiciado también una nueva necesidad en el la denominada última milla, el transporte cercano de mercancías hasta su destinatario. La electrificación de la última milla es clave dentro del proceso de descarbonización del transporte de mercancías, nicho en el que ha irrumpido con fuerza y en el que está encontrando a las furgonetas y pequeños vehículos eléctricos como grandes aliados para optimizar tiempos de entrega.
Mayor peatonalización y planificación urbanística para las personas
¿Sabías que el 40% del tráfico que discurre por el centro de las ciudades son personas que buscan aparcamiento? Ante esta situación, los organismos públicos están promoviendo soluciones que van desde la peatonalización de buena parte de los centros urbanos al fomento del uso del vehículo compartido.
En el caso de la peatonalización hablamos no sólo de la generación de nuevos espacios verdes, ampliación de aceras y de áreas para disfrute de las personas, sino de una serie de medidas que han constatado su impacto en nuestros hábitos de movilidad, nos permiten reducir tiempos de desplazamientos y mejorar nuestra calidad de vida.
Una de las últimas tendencias que siguen creciendo es el denominado carhsaring o bikesharing, el alquiler de un vehículo por un tiempo determinado para circular por zonas congestionadas y que, de forma paulatina, van reduciendo el acceso de vehículos privados a su interior.
París cuenta ya con más de 2.000 coches eléctricos disponibles y estaciones de aparcamiento y puntos de carga repartidos por la ciudad para descongestionar su tráfico con nuevos vehículos más eficientes. En el caso de la bicicleta compartida, España cuenta con ejemplos como el de Barcelona, Vitoria o Sevilla, donde su orografía les permite contar con un amplio circuito que interconecta buena parte de la ciudad y un servicio público de alquiler efectivo.
Nuevos hábitos, nuevos modelos y nuevos vehículos eléctricos se abren hueco ya en la movilidad urbana, ¿cuál de estas tendencias ha entrado ya en tu vida?