La proliferación de vehículos eléctricos por carreteras y ciudades está suponiendo una verdadera revolución y asentamiento de la denominada movilidad verde. Los esfuerzos de gobiernos e industria por cumplir los objetivos de reducción de emisiones marcados por la Unión Europea para 2030 están trayendo consigo nuevas fórmulas de transporte más respetuosas con el medio ambiente.
Los vehículos eléctricos –en todas sus modalidades– se están abriendo paso no sólo para el uso doméstico, sino también en sectores clave como la logística o la movilidad colectiva, contribuidores de gran importancia también para la reducción de las emisiones de CO2 a la atmósfera.
Pero claro, este incremento de coches, patinetes, bicicletas, motocicletas, monociclos, motocarros y otros vehículos eléctricos necesita de una infraestructura de carga rápida y eficiente. Aunque la tecnología en el campo de las baterías sigue avanzando, con las baterías de litio como principal elemento, la autonomía de los vehículos sigue necesitando puntos de carga para continuar la marcha.
Baterías de litio, las más eficientes
Las batería de litio se han revelado como las más eficientes para los distintos vehículos eléctricos existentes en el mercado. Pero también requieren de su correspondiente periodo de carga y, como no, de infraestructura para este paso esencial. Y no sólo hablamos de una red de puntos de carga distribuida por las ciudades, sino también por zonas rurales, de manera que los viajes interurbanos se normalicen con la tranquilidad de que se puede localizar fácilmente un espacio en el que ‘repostar’ y proseguir.
También hablamos de la necesidad de puntos de carga compatibles con la tecnología de nuestros vehículos, accesibles en espacios públicos y, por supuesto, la velocidad de carga, quizá el apartado en el que los Departamentos de Innovación tienen puestas todas sus miras actualmente.
La importancia de la carga ultrarrápida de las baterías de litio
Desde China ya se anuncian vehículos cuyas baterías de litio cuentan con con una autonomía de 400 kilómetros y un tiempo de carga de 10 minutos. Son las denominadas baterías de carga ultrarrápida ShenXing. Y es que los cargadores ultrarrápidos se han convertido en una tabla de salvación para la expansión de los vehículos eléctricos como medio prioritario a la hora de planificar un viaje interurbano bien de uso personal o para el transporte de mercancías. De su expansión, así como de la mejora de la tecnología de almacenaje y llenado de las propias baterías de litio depende en buena medida el futuro de este sector.
No es de extrañar que grandes multinacionales tecnológicas se estén implantando en España para la instalación de puntos de recarga públicos ultrarrápidos –con potencias desde 150 kw–, como el caso de la francesa Electra. Su inversión de 100 millones de euros hasta 2027 para instalar 150 estaciones se suma a las ya en marcha de otras energéticas como Iberdrola, Cepsa, BP o Endesa, que cuenta con una filial exclusiva para electromovilidad: Endesa X Way.
Todo ello, dentro del ambicioso proyecto del Gobierno para la puesta en marcha de hasta 100.000 nuevos puntos de carga en 2023, cifra que no se alcanzará, de lejos, pese a contar con un Real Decreto que obliga a gasolineras y edificios residenciales y no residenciales a habilitar un número de cargadores en función de sus plazas de aparcamiento.